Wilhelm Busch estaba convencido de que el evangelio de Jesús es el mensaje crucial para los seres humanos. Por eso lo predicó con tanta pasión. Aunque miles de personas lo escuchaban, él era capaz de abordar el individuo y entablar con él una conversación en la que se trataba de un solo tema: ¡Jesús! Lo importante no es tener una creencia cualquiera, o tener fe en algo. Todos creen en algo. Lo importante es tener la creencia correcta, una fe con la que podamos vivir, aunque el sol se nuble y la situación se ponga muy difícil. Una fe que nos sostenga en las grandes tentaciones, una fe con la cual podamos morir tranquilos. La muerte es una gran prueba que nos demostrará si nuestra fe es correcta. Solo hay una fe correcta con la que se puede vivir y morir como es debido: y esa es la fe en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. Es verdad que Jesucristo mismo dijo: "En la casa de mi Padre muchas moradas hay." Pero solo hay una puerta para entrar en las moradas de Dios: "Yo soy la puerta; el que por mí entraré, serásalvo" (Juan 10:9). Jesús es la puerta. Dígame: ¿conoce usted a Jesús? Puede ser que haya aprendido de Jesús en la escuela, pero eso no es tenerlo. "El que TIENE al Hijo, tiene la vida" -¡aquí y eternamente! "El que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida." ¡Esto lo dice la Palabra de Dios, la Biblia! El que tiene, tiene. No hay que darle vueltas. Quisiera persuadirlo a que reciba a Jesús y Le entregue su vida- ¡por amor de usted mismo! Porque sin Él la vida es un desastre ¡un desastre eterno!